Empoderamiento del paciente, un paso en la transformación digital
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Por Samir Zeidán, CEO y fundador de Goctors
El empoderamiento del paciente según la Organización Mundial de la Salud, OMS, no es otra cosa que los procesos que permiten a las personas adquirir mayor control sobre las decisiones que afectan su salud. Sin embargo, tradicionalmente, debido a la falta de conocimiento e información, nos acostumbramos a que sea el médico tratante quien diga qué hacer y en la práctica lo hacemos al pie de la letra. Hemos delegado la responsabilidad de nuestra salud en sus manos, cuando en una relación sana entre médico y paciente, éste último es copartícipe y corresponsable de las decisiones que se tomen en torno a su salud. Para saber si somos capaces de ese empoderamiento, solo basta con preguntarnos. ¿Tenemos historia clínica? La respuesta al unísono será un rotundo sí. Sin embargo, y a pesar de que las leyes así lo estipulan en todo el mundo, pocos somos los pacientes con acceso a nuestra información debido a que, en la práctica, esa información la tiene y “es” del médico.
Gracias al progresivo uso de la tecnología accedemos a herramientas que nos permiten instruirnos, tomar las decisiones correctas y las acciones necesarias para mantener nuestro estado de salud. El resultado es una relación balanceada de corresponsabilidad. Somos consumidores exigentes respecto al uso de nuestra información y también al derecho de acceder a servicios oportunos, asequibles y accesibles desde donde los necesitemos.
Aún cuando las herramientas tecnológicas empoderan a los pacientes, se requiere un cambio en la forma como se gestionan los servicios médicos, cómo compramos y pagamos por dichos servicios. Todo ello trae mayor o menor grado de capacidad de empoderamiento. Hace un par de décadas, era impensable realizar movimientos bancarios sin acudir a una agencia y que un ejecutivo del banco haga la transacción por nosotros. En cambio, hoy, más aún con los efectos de la pandemia, es impensable no poder hacer una transferencia con dos clics, dónde y cuándo yo, como cliente, lo decida.
Ese cambio, por ejemplo, al sector financiero le ha obligado a repensar sus servicios y crear canales de acceso para el autoservicio de los clientes. Esos canales, dada la escalabilidad y accesibilidad que brindan las herramientas tecnológicas, han sido el camino. En la salud, aun somos dependientes de que “alguien más” haga por nosotros la mayoría de las gestiones.
No obstante, si pensamos en que el paciente es el común denominador de todos los componentes del sistema de salud, es apenas lógico pensar que sea quien conecte con el resto de los participantes. Eso lo harán las herramientas, habilitarán y facilitarán el relacionamiento entre los participantes del sector y recibirán como resultado el beneficio de los pacientes.
Se tomarán mejores decisiones basadas en data completa y no fragmentada, se obtendría atención médica oportuna, se evitaría pérdidas de tiempo y económicas por no tomar acción en etapas tempranas y un sin fin de beneficios más que comenzaremos a vivir a medida que todo el sistema comience a adoptar de forma natural las herramientas existentes, o incluso crear unas que ni si quiera las estamos imaginando este momento.
Crear una cultura de prevención en salud, por ejemplo, reduciría los costos en al menos 10 veces lo que implica curar y el principal insumo para elaborar estrategias de prevención es la información. Nuevamente, el empoderamiento con el que contemos será el catalizador para que pasemos de una cultura reactiva a una proactiva cuando se trate de nuestra salud.
Para quienes desarrollamos soluciones dentro del ecosistema de salud, el principal desafío no es tecnológico o económico ni de capacidad de desarrollo, sino de la velocidad del mercado y las condiciones de absorber los desarrollos e implementarlos en sus procesos existentes.
Debemos seguir trabajando junto con los entes de regulación para que dicten las normativas y marcos legales que permitan una adopción tecnológica dentro de un ambiente de confianza jurídica.
Cuando las herramientas tecnológicas empoderan a los pacientes, se requiere un cambio en la forma como se gestionan los servicios médicos, cómo compramos y pagamos por dichos servicios.