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Infraestructura tecnológica para un retail conectado

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Por: Jonathan Ramírez, Gerente de IT en Grupo Unicomer.

En el retail conectado, la experiencia del cliente se ha convertido en el eje de toda estrategia. Los consumidores esperan interacciones fluidas, personalizadas y consistentes, independientemente del canal que elijan para relacionarse con una marca: tienda física, sitio on line, aplicación móvil. Responder a estas expectativas requiere una infraestructura tecnológica robusta que permita integrar canales, automatizar procesos y transformar datos en decisiones.

Un retail conectado se apalanca en la automatización, la integración entre el front-end y el back-end, y el uso de dispositivos IoT que capturan datos en tiempo real sobre los hábitos, preferencias y recorridos del cliente. Esta arquitectura digital permite alinear la operación con los hábitos del consumidor, y adaptarse con agilidad a los cambios de demanda o comportamiento.

Para avanzar hacia un modelo más digital, personalizado y eficiente, la infraestructura tecnológica actúa como cimiento. Es la base que garantiza la interoperabilidad entre sistemas, habilita la eficiencia operativa y permite escalar soluciones de manera segura y dinámica. Una infraestructura bien diseñada facilita la incorporación de tecnologías como inteligencia artificial, machine learning, cloud computing, IoT,  que habilitan la automatización de procesos, refuerzan la seguridad de la información y optimizan la gestión de recursos en tiempo real, además,  permite capturar, procesar y analizar grandes volúmenes de datos de forma avanzada para comprender en profundidad al consumidor y ofrecerle experiencias cada vez más personalizadas y relevantes.

La infraestructura tecnológica actual, potenciada por la nube, ha abierto nuevas posibilidades para transformar tanto la operación interna como la relación con el cliente. Su capacidad para escalar recursos en tiempo real permite responder a picos de demanda —como campañas o eventos especiales— sin comprometer la continuidad del servicio ni la calidad de la experiencia.

Además, las plataformas cloud integran analítica avanzada y machine learning, lo que permite a los retailers personalizar interacciones con recomendaciones, promociones y contenidos alineados a cada perfil de cliente.

Si bien a nivel global la nube ya es un componente esencial en el retail moderno, su adopción en mercados como el ecuatoriano aún se encuentra en una fase de transición.

Además de la nube, otro elemento para habilitar la omnicanalidad es la capacidad de integración, que depende directamente de una infraestructura tecnológica. Para crear experiencias de cliente omnicanal las APIs tienen la capacidad de conectar sistemas heterogéneos exponiendo y consumiendo datos de forma segura, ágil y trazable y permite integrar sin fricciones las distintas plataformas internas de una empresa y enlazarlas con soluciones externas que enriquecen la propuesta de valor. Con las APIs, es posible sincronizar en tiempo real inventarios, pagos, programas de fidelización, servicios logísticos y funcionalidades financieras, independientemente del canal de contacto que el cliente elija: tienda física, e-commerce, app móvil o redes sociales. Esta interoperabilidad permite que la experiencia del usuario sea coherente, continua y personalizada en cada punto de interacción.

Un ejemplo concreto de este enfoque lo encontramos en Grupo Unicomer, que ha integrado su línea de crédito en todos los canales —tiendas físicas, canales digitales y su app móvil Emma— a través de una arquitectura API-first. Esta estrategia ha permitido brindar una experiencia fluida y simple al cliente, independientemente de dónde inicie o finalice su proceso de compra.

En paralelo, la gestión estratégica de los datos se vuelve un factor importante. Antes de aplicar modelos de IA o herramientas de automatización, las organizaciones deben establecer un marco de gobernanza que defina reglas claras para todo el ciclo de vida del dato.

La información debe ser recolectada desde múltiples fuentes, validada desde el origen y almacenada en estructuras robustas como data lakes o data warehouses. A esto se suman prácticas como el cifrado, el control de accesos y políticas de retención, que garantizan integridad y trazabilidad.

Sobre esta base sólida, los datos pueden transformarse en valor mediante análisis avanzados e inteligencia artificial. Estas capacidades permiten predecir comportamientos de compra, anticiparse a la demanda, detectar anomalías operativas, personalizar la oferta y automatizar procesos críticos. El verdadero diferencial está en alinear estas capacidades tecnológicas con la estrategia del negocio, para que la IA no solo resuelva problemas, sino que anticipe oportunidades.

Para la implementación de soluciones de inteligencia artificial, ya sean generativas o predictivas, no exige necesariamente una infraestructura compleja desde el inicio. Lo que sí requiere es una visión estratégica clara que permita identificar prioridades, casos de uso y el punto de partida tecnológico más adecuado para cada empresa.

La clave está en adoptar un enfoque progresivo. Comenzar con pilotos pequeños, en esta etapa exploratoria puede apoyarse en plataformas que ya integran capacidades de IA, lo cual acelera la curva de adopción y facilita la experimentación con herramientas avanzadas sin necesidad de desarrollar infraestructura desde cero.

A medida que los pilotos arrojan resultados tangibles, las compañías pueden escalar de forma ordenada, ajustando su arquitectura tecnológica en función de los requerimientos específicos: mayor capacidad de procesamiento, almacenamiento eficiente de datos, conectividad en tiempo real o integración con otros sistemas del ecosistema retail.

En este camino, el área de IT debe dejar de ser vista como un soporte técnico y convertirse en un socio estratégico del negocio. Esto implica alinear la función tecnológica con la visión corporativa, aportando datos, herramientas y capacidades digitales que respalden la toma de decisiones en todas las áreas. En Grupo Unicomer, esta visión integrada ha sido clave para adaptarse a las nuevas dinámicas del retail, manteniendo al cliente en el centro de cada decisión.

Para lograrlo, se requiere fortalecer la planificación tecnológica a largo plazo, más allá de las urgencias operativas. Establecer una hoja de ruta coherente con la evolución del cliente y del mercado, definir políticas claras de gobernanza, asegurar eficiencia y trazabilidad, e implementar estrategias de gestión del cambio que acompañen la adopción tecnológica en todos los niveles de la organización.

Finalmente, contar con métricas objetivas y mecanismos de evaluación permite medir con precisión el impacto de cada iniciativa. Esta cultura de medición no solo fortalece la credibilidad del área de IT, sino que guía la priorización de inversiones tecnológicas que generen verdadero valor para el negocio y para el cliente.

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