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La nueva era del liderazgo: cómo las empresas ecuatorianas pueden adaptarse al cambio generacional

Las diferentes generaciones han desarrollado estilos de liderazgo particulares, influenciados por el contexto social, económico y tecnológico en el que crecieron. Cada generación aporta una perspectiva única sobre cómo dirigir y gestionar equipos, reflejando valores y metodologías que han evolucionado con el tiempo.

Los Baby Boomers (1946-1964) se caracterizan por un liderazgo jerárquico y estructurado. Su autoridad se basa en la experiencia y el conocimiento adquirido a lo largo de los años. Predominan modelos de liderazgo autocrático o paternalista, donde las decisiones se toman desde la alta dirección y se espera que sean acatadas sin mucha discusión. Además, esta generación valora la estabilidad y el compromiso a largo plazo con las organizaciones.

La Generación X (1965-1980) adopta un liderazgo basado en pragmatismo y autonomía. Se centra en los resultados y busca equilibrar la autoridad con la flexibilidad. Para ellos, la mentoría es un componente clave del liderazgo, ya que promueven el desarrollo profesional a través del acompañamiento y la retroalimentación. A diferencia de los Baby Boomers, los líderes de esta generación son más abiertos a la adaptación y el cambio, aunque siguen valorando la estructura organizacional.

Los Millennials (1981-1996) han revolucionado los estilos de liderazgo con un enfoque colaborativo e innovador. Para ellos, el trabajo en equipo es fundamental, así como la búsqueda de un propósito social dentro de sus actividades laborales. Son líderes que fomentan la comunicación abierta y la retroalimentación constante, lo que permite la mejora continua. Además, son nativos digitales y hacen un uso intensivo de la tecnología para optimizar procesos y conectar con sus equipos de manera más eficiente.

Finalmente, la Generación Z (1997-2012) ha impulsado un liderazgo horizontal y digital, caracterizado por la descentralización del poder y la participación activa de todos los miembros del equipo. Priorizan la diversidad e inclusión dentro de los espacios laborales y tienen una mentalidad emprendedora que los impulsa a buscar soluciones innovadoras. Su rápida adaptación a los cambios y su enfoque en el aprendizaje continuo los convierten en líderes ágiles y flexibles en entornos dinámicos.

Para Nathalie Chauvin, docente de Business School de la UIDE, los baby boomers, x, y; milenials tienen cada una su personalidad, formas de trabajar y relacionarse, así como de vivir los liderazgos. Es así como quienes encabezan las organizaciones están llamados a adoptar un enfoque flexible e inclusivo, fomentando un ambiente creativo de colaboración y aprendizaje mutuo, este puede ser un punto a trabajar fuertemente en empresas que está experimentando cambios de mando, por ejemplo empresas familiares.

El liderazgo transformacional y participativo es clave para la integración generacional en las organizaciones, ya que fomenta la escucha activa, la retroalimentación constante y la co-creación de estrategias alineadas con los valores compartidos. Los líderes que adoptan un enfoque intergeneracional generan mayor compromiso en sus equipos al adaptar su comunicación y estilo de gestión a las necesidades de cada grupo etario. Es importante destacar que un liderazgo inclusivo y participativo no solo mejora la cohesión en equipos diversos, sino que también potencia la innovación y la productividad al aprovechar la experiencia y las habilidades de cada generación. Estos hallazgos refuerzan la importancia de desarrollar competencias de liderazgo adaptativo que promuevan un entorno colaborativo y flexible en las organizaciones actuales.

Para lograr estos procesos existen varias herramientas que se pueden aplicar para desarrollar las habilidades necesarias, los programas de mentoría inversa permiten que las generaciones más jóvenes compartan conocimientos digitales, mientras que las generaciones más experimentadas transmiten su sabiduría en gestión y liderazgo, aspectos como la flexibilidad Laboral en horarios y modelos de trabajo (híbrido, remoto o presencial) permite una mayor conciliación y motivación en los equipos. Una constante en el impulso para el desarrollo de cualquier organización es la inversión en formación para el desarrollo de habilidades blandas y tecnológicas facilita la integración generacional y el crecimiento profesional.

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