Potenciar las finanzas digitales para acelerar la reactivación económica del país
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La intervención del estado en la reactivación económica, según el modelo keynesiano, se sustenta en la inyección de recursos para promover un circulo virtuoso productivo que genera empleo y consecuentemente el incremento de los ingresos familiares y una mayor demanda de bienes y servicios motivando el aumento de la producción. En el caso de Ecuador, un país dolarizado, las estrategias básicas para inyectar recursos en el corto plazo tienen que ver con préstamos e inversión externa pero también con acelerar la velocidad de circulación de los dólares existentes. Esta última, se convierte en una alternativa viable, considerando los escenarios de incertidumbre por el Covid-19 y el nivel de calificación de riesgo país que limita el flujo de divisas.
El uso de canales electrónicos entendidos como sistemas transaccionales que no requieren de dinero físico para realizar compra-venta de bienes y servicios se convierten en un factor fundamental para acelerar la velocidad de la circulación del dinero. En la era digital en que vivimos, los avances tecnológicos han masificado el uso de dispositivos móviles y acceso a internet logrando que cada vez sea más fácil y seguro desarrollar e implementar más y mejores canales electrónicos llevando a la población a la “digitalización de las finanzas”.
Si bien, la tecnología propicia la realización de un sinnúmero de transacciones, las cifras comparativas entre países vecinos, demuestran que a Ecuador le queda mucho camino por recorrer. Entonces, es necesario elaborar un análisis profundo de los factores que limitan su desarrollo.
Por un lado, está el desconocimiento, temor a transacciones erróneas o falta de conectividad adecuada, hay otros factores determinantes como el registro de transacciones que generan procesos de facturación y una mayor tributación que aunque aporta ingresos, frenan el uso de estos canales.
Además, dentro del ecosistema financiero existe una proliferación de productos de finanzas digitales con un portafolio de servicios propio de cada institución. Abundan los aplicativo móvil, web transaccional, billetera, cajeros automáticos, kioskos transaccionales, corresponsales, POS, etc., concentrando esfuerzos y recursos de forma aislada, disminuyendo la cooperación para desarrollar productos compartidos o redes transaccionales universales que permitan una convivencia natural e inmediata dentro del sistema financiero. A la larga esta multiplicidad de servicios propios de cada institución, aumenta la complejidad para el cliente o socio quien al momento, debe aprender a manejar varias alternativas transaccionales, claves de pago, comisiones por cada transacción entre diferentes instituciones o canales electrónicos.
Finalmente, con las nuevas generaciones de milennials y centennials y los avances de la conectividad, la oportunidad de dar un gran salto a la digitalización es mayor y requiere de una política estatal para crear las mejores condiciones para un desarrollo equitativo que beneficie a la mayoría de la población, tomando en cuenta que el 40% de la población económicamente activa todavía no accede a servicios financieros formales.