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Opinión

Continuidad de negocio: del papel a la resiliencia gracias a la tecnología

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Por: Daniel Mena, Country Manager de GlobalSuite Solutions en Ecuador.

Los recientes sismos que han sacudido Ecuador han vuelto a poner sobre la mesa una realidad incómoda en el sector empresarial: muchas organizaciones no están preparadas para afrontar una crisis de gran magnitud. En situaciones como esta, la continuidad de negocio no es solo un concepto técnico, ya que lo que está en juego es la supervivencia de las empresas.

Un Plan de Continuidad de Negocio (PCN) es una estrategia viva que, apoyada en soluciones tecnológicas, garantiza que las funciones críticas de una organización puedan seguir operando durante y después de un evento disruptivo, como un terremoto, una pandemia o una cibercrisis. Su doble objetivo es claro: reducir al mínimo el impacto financiero, operativo, reputacional o legal, y garantizar la recuperación de las funciones críticas en tiempos aceptables (los conocidos RTO y RPO, Recovery Time Objective y Recovery Point Objective, respectivamente en sus siglas en inglés).

Sin embargo, lo que vemos en nuestro día a día dista mucho de esta teoría: muchas empresas, especialmente pequeñas y medianas, siguen confiando en la suerte o en decisiones improvisadas para enfrentar emergencias. Solo después de una crisis es cuando algunas organizaciones empiezan a interesarse por la gestión de continuidad, pero para entonces ya es tarde. Y esa frase, aunque sea dura, refleja una realidad que se repite más de lo que debería.

El terremoto del pasado abril dejó en evidencia vulnerabilidades interconectadas: desde infraestructuras dañadas hasta la caída de telecomunicaciones, la falta de energía o la interrupción del transporte y la logística. Pero lo más grave es que muchas empresas descubren sus debilidades durante el desastre, porque previamente no prueban sus sistemas de respaldo bajo condiciones reales. En una crisis, lo que no se ha ensayado, sencillamente no funcionará. Pero eso se puede corregir.

En entornos bien preparados, un PCN marca la diferencia. En un país como Ecuador, con una exposición sísmica alta y un tejido empresarial formado mayoritariamente por pymes, un PCN bien diseñado puede ser decisivo. Sin embargo, muchas pequeñas empresas, sectores manufactureros o incluso entidades públicas aún perciben la continuidad de negocio como algo complejo o costoso. Pero las amenazas no distinguen tamaños ni sectores.

La buena noticia es que la tecnología ha democratizado el acceso a herramientas de gestión que antes eran exclusivas de grandes corporaciones, y ya permiten automatizar el análisis de impacto, centralizar la información, activar planes en tiempo real y generar informes post-incidente que facilitan la mejora continua. Es decir, hoy en día, ya es posible diseñar planes eficaces, adaptados y sostenibles para cualquier tipo de organización.

Sin embargo, también vemos errores repetidos: planes que no se actualizan, simulacros poco realistas, falta de compromiso por parte de la dirección, escasa comunicación o personal que desconoce su rol en caso de emergencia. La continuidad de negocio debe entenderse como un ciclo de vida, no como un trámite por cumplir sin más.

La resiliencia no se improvisa. Requiere visión, metodología, compromiso y las herramientas adecuadas. Convertir la continuidad en una prioridad estratégica ya no es una opción: es el camino para garantizar el futuro.

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