¿Somos conscientes de nuestra responsabilidad?
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Héctor Alonso, Presidente Regional Lumen Latam
En 1760, al comienzo de la Primera Revolución Industrial, las empresas que lideraban el proceso de mecanización, creando e impulsando la utilización de las máquinas de vapor, y la energía hidráulica, probablemente no eran conscientes del cambio en el paradigma productivo que estaban protagonizando. De hecho, la magnitud en las transformaciones económicas, sociales, culturales y tecnológicas recién deben haber sido visibles y cuantificables al menos una o dos décadas después.
Hoy, más de 250 años después, con una 4ª Revolución Industrial aún en ciernes, e incluso con el proceso de Aceleración Digital que impulsó la pandemia de Covid-19, las empresas nuevamente se encuentran frente al desafío de asumir el liderazgo en esta era de dinámico cambio.
No obstante, la experiencia de los saltos tecnológicos anteriores ha dejado una importante lección para las compañías actuales: ser conscientes desde el inicio de su liderazgo creativo y su protagonismo innovador.
De todas formas, debo advertir que, aunque seamos completamente conscientes hoy de la importancia de nuestras decisiones empresariales, probablemente no podamos librarnos por completo de la hipermetropía que nos impida ver el impacto de nuestro actuar en el corto plazo, pero que será claramente observable en la distancia del tiempo.
Dentro de una década, miraremos atrás y distinguiremos claramente el punto de inflexión que definió el cambio de paradigma productivo y empresarial de esta Revolución Industrial. Reconoceremos a sus protagonistas, sus motivaciones y sus principales logros, y de seguro, algunas de las compañías que hoy avanzan a la vanguardia del proceso se encontrarán entre ellas.
Por lo tanto, es importante que las empresas asuman su protagonismo y responsabilidad en esta 4ª Revolución Industrial, que está en pleno desarrollo, donde cada día el avance en las soluciones tecnológicas permite mover la frontera de nuestras expectativas un poco más allá.
Como empresas que ejercen liderazgo, hoy tenemos la invaluable oportunidad de ser conscientes de ello, con foco en nuestros entornos en este cambio. De imaginar el futuro, de prospectar lo que será el mundo dentro de 20, 30 o 50 años; y comenzar desde ya a construir sus cimientos.
Tenemos la oportunidad histórica de encabezar este proceso evolutivo, donde todas las dimensiones de la actividad humana experimentarán un salto cualitativo, no solo la industrial y económica, sino que también la forma en que avanzamos como cultura y nos relacionamos como sociedad.
Nuestro desafío es aventurarnos a seguir innovando, a perseverar en diseñar soluciones para problemas que aún no conocemos, adelantándonos con soluciones disruptivas a necesidades que comienzan a emerger en el mundo actual.
En este camino, la intuición que surja de las compañías es fundamental. Obviamente, seguir escuchando a nuestros clientes y consumidores es la base de nuestros negocios, entregando soluciones a sus necesidades y proponiendo nuevos servicios para elevar continuamente su nivel de satisfacción.
Pero, la capacidad de crear nuevos productos y servicios innovadores es uno de los activos críticos y estratégicos de nuestras compañías. Debemos adelantarnos al futuro, y ya que podemos hacerlo, nada nos impide avanzar en esa dirección.
Antes de la invención de la ampolleta, o bombilla eléctrica, cuando Thomas Edison adquirió la patente en 1880 y perfeccionó el dispositivo para darle un carácter realmente masivo y comercial, el debate industrial del sector iluminación en ese momento era cómo elaborar ceras para velas que se consumieran más despacio.
Ser innovadores nos permitirá asumir un liderazgo consciente, y con ello, contribuir al progreso de la sociedad en todas sus dimensiones. Identifiquemos los desafíos de hoy, para construir las soluciones que necesitará el mañana.