Estrategia, gestión y resultados en la modernización de aplicaciones 

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Por: Giovanni Carguayo, Jefe Corporativo y Soporte de Aplicaciones de Pronaca 

En los últimos años, la arquitectura de aplicaciones ha experimentado cambios profundos. La pandemia y la necesidad de las empresas de diversificar sus mercados aceleraron la adopción de modelos modulares y flexibles. Actualmente, las organizaciones se orientan hacia ecosistemas nativos en la nube, que permiten mayor agilidad, escalabilidad y capacidad de innovación. 

Durante años, los sistemas monolíticos dominaron el panorama, centralizando las funciones del negocio en estructuras rígidas y poco escalables. El concepto de software composable responde a esta realidad. Se basa en la modularidad y la reutilización de componentes que pueden integrarse fácilmente según los procesos y necesidades de la empresa. Cada módulo puede desarrollarse, implementarse y actualizarse de manera independiente, sin afectar al resto del sistema. Este modelo amplía la autonomía de las áreas usuarias, al permitirles incorporar funcionalidades y ajustar procesos con menor dependencia del área de TI. 

La agilidad en la adopción tecnológica requiere también nuevos modos de gestión de las aplicaciones. Las organizaciones ya no pueden depender de largos ciclos de desarrollo; necesitan ecosistemas tecnológicos que crezcan por fases y que puedan actualizarse sin detener los procesos de negocio. Las herramientas de observabilidad facilitan el control de la estabilidad de las aplicaciones y permiten prevenir interrupciones futuras. 

Migrar desde arquitecturas tradicionales hacia modelos composables suele estar motivado por la necesidad de diversificar servicios, innovar con productos digitales y optimizar procesos comerciales. Esta transición requiere una visión estratégica que evalúe la viabilidad de migrar sistemas a la nube, analice la compatibilidad y diseñe proyectos de modernización que prioricen los procesos críticos. Además, se apoya en herramientas y metodologías como APIs, nube, DevOps y Scrum, que permiten entregar soluciones más rápidas, adaptables y alineadas con las necesidades del negocio. 

Uno de los principales retos para los equipos de tecnología consiste en decidir qué aplicaciones deben modernizarse, mantenerse o reemplazarse. Los criterios técnicos incluyen el costo de mantenimiento, la criticidad para el negocio, el grado de obsolescencia y la compatibilidad con la arquitectura vigente. Al mismo tiempo, la gobernanza tecnológica debe considerar la experiencia del usuario y el valor que cada aplicación aporta al negocio, integrando métricas de uso y desempeño que orienten la toma de decisiones. 

Para desarrollar un entorno composable, las organizaciones necesitan aliados tecnológicos que compartan principios de modularidad, estandarización y escalabilidad. La relación con múltiples proveedores debe estar regulada por contratos y acuerdos de servicio (SLA) que aseguren calidad, cumplimiento y coherencia técnica. 

La preparación de los equipos de aplicaciones es otro factor determinante. Adoptar modelos composables requiere competencias en microservicios, APIs, DevOps, metodologías ágiles y comprensión del negocio. La colaboración entre arquitectos, desarrolladores y líderes de áreas usuarias es indispensable para que la tecnología genere resultados alineados con los objetivos empresariales. 

El valor de una estrategia composable en la construcción y desarrollo de software se mide tanto en términos técnicos como de negocio. Desde el ámbito operativo, ofrece flexibilidad, escalabilidad y control para mantener la coherencia en los despliegues. Desde la perspectiva empresarial, acelera la entrega de valor mediante implementaciones por fases, mejora la experiencia del usuario y fomenta la innovación. 

El éxito del software composable depende de su alineación con los objetivos estratégicos, de la colaboración multidisciplinaria y de indicadores claros que permitan evaluar los resultados del proyecto, incluyendo reducción de costos, eficiencia operativa, disponibilidad de servicios y calidad de la experiencia del usuario. 

Los sistemas composables no solo son arquitecturas modulares, sino habilitadores de resultados medibles y sostenibles para el negocio.