Por Leonardo Gómez, Gerente de Tecnología de Novacero
La transformación digital no es simplemente una tendencia pasajera, sino una necesidad imperante que impulsa a las organizaciones a mejorar y evolucionar de manera continua. Va más allá de la mera adopción de nuevas tecnologías; implica repensar y rediseñar cada uno de los procesos internos de la empresa. Este esfuerzo debe estar respaldado por modelos de gestión del cambio estratégicos y efectivos que permitan a las organizaciones adaptarse con agilidad a las demandas tanto internas como externas. La innovación se erige como un componente fundamental en este proceso.
En esencia, la transformación digital es un viaje incesante de mejora y adaptación. Sin un compromiso sólido con la innovación y la flexibilidad, resulta complicado que una empresa mantenga su competitividad en el mercado.
En Latinoamérica, este proceso de transformación digital avanza a paso firme. Ecuador, en particular, se ha consolidado como un líder emergente en la región. Según el Digital Report, en 2022 el país ocupaba el sexto lugar en términos de avance digital y ha ascendido al tercer puesto en 2023. Además, el 73% de las empresas ecuatorianas ya han comenzado su proceso de transformación digital, y se prevé que para 2024 esa cifra supere el 80%.
La madurez digital se evalúa en diferentes niveles, que van desde el inicial, pasando por el intermedio y avanzado, hasta llegar a los estadios estratégico y disruptivo, donde realmente se desafían los paradigmas de la transformación digital. Al cierre de 2023, solo un 10% de las empresas afirmaba estar en un nivel disruptivo y un 7% en un nivel estratégico, mientras que la mayoría, un 83%, se encontraba en los niveles inicial y avanzado.
Considero que podremos alcanzar un nivel disruptivo más amplio alrededor de 2026, cuando las empresas comiencen a observar resultados tangibles de sus procesos de transformación digital, los cuales se medirán a lo largo de cinco años. Para entonces, podríamos esperar cifras más reveladoras que indiquen un avance sólido. Sin embargo, varios factores están afectando la evolución de la transformación digital, especialmente en Ecuador. Uno de los principales retos es la sobrerregulación, que impacta directamente la capacidad de las empresas para innovar.
La complejidad en términos tributarios y jurídicos, sumada a las restricciones impuestas por la jurisprudencia ecuatoriana, puede obstaculizar la innovación y la transformación digital. Cuanto más complejas sean estas regulaciones, mayor será el riesgo de que las empresas pierdan la confianza necesaria para continuar invirtiendo en tecnología y, sobre todo, para desarrollar nuevos productos.
La cultura del cambio afianza la transformación digital
Una de las principales barreras para alcanzar los niveles más avanzados de madurez en la transformación digital de las empresas ecuatorianas es la cultura del cambio. Las organizaciones enfrentan dificultades para comprender y adaptarse a nuevos procesos, productos y formas de trabajo, además de la falta de habilidades digitales y de talento especializado. Las empresas admiten que no cuentan con las competencias necesarias para dar ese salto.
A nivel global, se ha demostrado que un proceso de transformación digital es exitoso cuando más del 70% de la participación en un proyecto y de la toma de decisiones proviene de la alta gerencia. Sin embargo, en Ecuador, solo estamos alcanzando un 45% en este aspecto. Aunque estamos por delante de otros países como Colombia, que se sitúa en un 35%, todavía hay mucho camino por recorrer.
Además, uno de los errores comunes en los procesos de transformación digital es delegar la responsabilidad exclusivamente al área de tecnología para ejecutar estos programas. La transformación digital debe ser un esfuerzo transversal que involucre a toda la organización, impactando cada proceso operativo.
Por lo tanto, es importante comprometer a la alta dirección en los procesos de madurez digital para escalar los niveles de madurez, apalancados por el liderazgo y la visión estratégica de la alta gerencia.
Complejidades de las implementaciones en la transformación digital
Para abordar estas brechas, es fundamental comenzar por la dimensión cultural. Aunque este es un desafío común en toda la región, la gestión del cambio juega un papel importante en cualquier proyecto, ya que permite dar esos saltos disruptivos, respetando y entendiendo que las formas de hacer las cosas en el pasado no estaban equivocadas, sino que ahora existen mejores maneras de lograr los objetivos.
En los procesos de transformación digital, las implementaciones de ERP pueden generar conflictos complejos debido a que abarcan los procesos de extremo a extremo dentro de las compañías. La primera dificultad surge entre los clientes que solicitan la implementación y los proveedores que la ejecutan. Frecuentemente, se presentan dificultades relacionadas con retrasos, sobrecostos y resultados insatisfactorios. Hemos observado que muchos proveedores de servicios de implementación desconocen la normativa ecuatoriana, lo que genera conflictos regulatorios que pueden afectar la implementación. Para resolver estos conflictos, es necesario establecer contratos con SLA detallados que aborden de manera transparente las expectativas y obligaciones de ambas partes.
El segundo conflicto es interno dentro de las organizaciones, ya que cada área tiene expectativas y necesidades diferentes. Estas diferencias pueden generar tensiones, y es aquí donde la gestión del cambio y una comunicación efectiva permiten alinear los objetivos y minimizar los conflictos, asegurando que todos los departamentos estén en sintonía y trabajando hacia un objetivo común.
Otro tema es la personalización de las configuraciones. A menudo, se invierte en la implementación de sistemas basados en mejores prácticas, pero los clientes suelen tener requisitos de personalización avanzada. La resolución de este conflicto requiere una planificación adecuada, una evaluación cuidadosa de costos y beneficios, y el apoyo decidido de la alta dirección para asegurarse de que las personalizaciones no comprometan la eficiencia y eficacia del proyecto.
La simplicidad de la transformación digital radica en un principio fundamental: no importa quién lidere internamente la transformación, ni cuántas inversiones se hagan en tecnología, automatización de procesos o inteligencia artificial, si el cliente externo no percibe el valor de esas soluciones. Al final del día, nos debemos tanto al cliente interno como al externo. Si el cliente interno está satisfecho, comprometido y confía en las herramientas tecnológicas y en los productos que se integran en la operación, esa satisfacción se transmitirá inevitablemente al cliente externo.
En Ecuador, los sectores que más requieren automatización son el automotriz y la manufactura, donde la eficiencia operativa permite mantenerse competitivos. Sin embargo, hay un fenómeno interesante en el sector exportador, particularmente entre las pequeñas y medianas empresas (pymes). Estas empresas han comenzado a comprender la importancia de invertir en e-commerce y en la implementación de nuevos ERP, entendiendo que la transformación digital es esencial para su crecimiento y competitividad.