El crecimiento de la productividad mundial en los últimos 25 años ha sido notable: la mediana se multiplicó por seis y más de mil millones de personas escaparon de la pobreza tan sólo en China y la India. Sin embargo, el crecimiento de la productividad no fue el mismo en América Latina, región que se mantuvo prácticamente igual en el mismo periodo.
En su nuevo informe Investing in productivity growth —de McKinsey & Company-, el McKinsey Global Institute (MGI) explora el desempeño de la productividad en 125 economías durante los últimos 25 años y, en particular, su estancamiento. La lección más destacada de la investigación es que las empresas y políticos en las economías avanzadas y emergentes deben tomar medidas para impulsar inversiones que aceleren la productividad.
El caso de América Latina
América Latina ha tenido el crecimiento de productividad más bajo entre las economías emergentes, incluso más bajo que el de la mayoría de las avanzadas, como lo es América del Norte o Asia avanzada —sólo se encuentra por encima de Europa Occidental—. El crecimiento de la productividad aumentó, como ocurrió en la mayoría de las regiones emergentes, alrededor del 2% en el período 2002-2007, pero luego volvió a caer. El resultado es que América Latina apenas se ha movido en 25 años, mientras que la mayoría de las regiones mostraron avances significativos.
En Ecuador, el crecimiento económico ha sido pausado en las últimas décadas. Entre 1997 y 2022, el aumento de la productividad fue de aproximadamente un 0,2%. Sin embargo, en los últimos cinco años, se ha observado un declive en la productividad, con una tasa de decrecimiento del -2,4%. Esta tendencia negativa representa un desafío significativo para la economía ecuatoriana, ya que la productividad es un factor clave para el desarrollo sostenible y el bienestar económico del país.
¿Por qué la inversión es la clave?
El MGI afirma que la poca la inversión es la principal razón por la que América Latina ha quedado rezagada respecto de economías emergentes exitosas. Por lo mismo, Chris Bradley, socio senior de McKinsey y director del MGI, comenta que “puede resultar difícil distinguir qué afecta a la productividad. Nuestra investigación ofrece un diagnóstico muy claro: la inversión. En la mayoría de los lugares, los aumentos de capital por trabajador explican entre el 70 y el 80% del crecimiento general de la productividad”.
Las economías latinoamericanas perdieron empleo manufacturero sustancial a pesar del bajo crecimiento de la productividad del sector. En parte, se debe a la persistente dependencia latinoamericana de las exportaciones de materias primas (es la región que mayor participación exportaciones totales de commodities tiene en el mundo). “Sin un crecimiento de la productividad, las cosas simplemente no cuadran. Lo necesitamos ahora más que nunca, porque hay más en juego: nuevas oportunidades aparentemente ilimitadas provenientes de tecnologías como la IA generativa, pero también la necesidad de abordar el costo de vida, financiar la transición energética y seguir prosperando a medida que las sociedades envejecen”.
¿Qué se puede hacer? Lecciones de las economías de «vía rápida»
Para las economías emergentes, hay acciones clave que pueden tomar del manual de economías de “vía rápida” como China o India: impulsar la inversión de capital hacia una urbanización efectiva, hacia un aumento del tamaño y la productividad de los sectores de servicios y construcción, hacia la sofisticación e interconexión global de la fabricación, todo ello posible gracias a un entorno empresarial atractivo.
Por el contrario, es menos probable que las soluciones planteadas habitualmente, como la relocalización del sector manufacturero y el intento de influir en la combinación de sectores, aceleren nuevamente el crecimiento de la productividad. Mejorar la forma en que medimos el PIB y la productividad es una búsqueda que vale la pena, pero los impulsores de la desaceleración descritos en la investigación han sido reales y se han sentido profundamente independientemente de la medición.
Abordar los desafíos del futuro
Más allá de la inversión y la tecnología, el crecimiento futuro de la productividad estará determinado por cinco grandes enigmas en el horizonte: el envejecimiento de la población, trabajo híbrido, la creciente importancia de los servicios, tensiones comerciales e interrupciones en la cadena de suministro, y la transición energética.
Invertir en el crecimiento de la productividad es fundamental para garantizar un desarrollo económico sostenible y equitativo en América Latina. La implementación de políticas que fomenten la inversión, la innovación y la adaptación tecnológica son esenciales para lograr un crecimiento sostenible en la región. Abordar estos desafíos no solo beneficiará a la economía, sino que también contribuirá a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y a construir un futuro próspero para América Latina.