Por: Raxonn Avilés Morales, Gerente de IT
Al diseñar un Plan Estratégico de Tecnología de la Información (IT), se evalúan, entre otros aspectos, el ciclo de vida de los sistemas y activos de TI existentes. Esto permite determinar si es necesario actualizar, reemplazar o mantener los sistemas actuales.
La planificación de las actualizaciones de software debe ser un proceso cuidadoso y estratégico. Se deben tener en cuenta factores como la obsolescencia, el crecimiento del negocio, las tendencias tecnológicas y las necesidades específicas de cada organización. Siempre se debe velar por que el software esté vigente y no afecte la continuidad de la operación. Un software obsoleto, además de ser menos eficiente y afectar la productividad y la calidad de la entrega de servicios, podría ocasionar riesgos ligados a problemas de compatibilidad, integración con modernos dispositivos o nuevos sistemas e incluso problemas de seguridad.
Una estrategia sólida de actualización de software ayuda a mitigar los riesgos. Por tanto, es necesario implementar procesos para la gestión de actualización, realizar pruebas que garanticen la estabilidad del sistema y contar con un plan de contingencia que minimice la interrupción de operaciones. Además, se debe considerar cuáles son las prioridades de actualización según la criticidad de cada aplicación para el negocio.
La priorización puede basarse en el impacto que tiene en las operaciones, usuarios y la seguridad de la organización. Aunque no necesariamente en ese orden, las actualizaciones de seguridad deben tener la máxima prioridad, incluyendo parches para vulnerabilidades conocidas, exploits recientes o cualquier otra amenaza que pueda comprometer la integridad de los datos o la infraestructura de la organización.
Para llevar a cabo la priorización de aplicaciones, existen herramientas disponibles. Sin embargo, las actualizaciones de software son una estrategia saludable que debe ser continua y permita a las organizaciones cambiar en el tiempo. Además, de la posibilidad de realizar una gestión efectiva de la infraestructura tecnológica.
Antes de comprometer recursos en la implementación de una nueva tecnología o actualización de software, se debe llevar a cabo un análisis de costo-beneficio que implica evaluar el costo de adopción y los posibles beneficios. No todas las tendencias tecnológicas son adecuadas para cada organización, y su adopción temprana puede no ser la mejor estrategia.
En el marco de la planificación de actualizaciones de software, se puede considerar el uso de herramientas que facilitan la adaptación de nuevas versiones. Esto permite que los equipos de desarrollo enfoquen su energía en otras tareas.
Las plataformas «low-code» por ejemplo, son herramientas de desarrollo de software que están diseñadas para simplificar y acelerar el proceso de creación de aplicaciones. Estas plataformas permiten a los desarrolladores construir aplicaciones de manera más rápida y sencilla mediante interfaces visuales y componentes predefinidos, reduciendo la necesidad de escribir código personalizado en gran medida.
Una de estas plataformas, por ejemplo, es GeneXus, que automatiza el proceso de migración. Esta automatización contribuye a aumentar la productividad del equipo de desarrollo al encargarse de analizar las discrepancias entre la nueva versión del software y la anterior, ejecutando automáticamente las acciones necesarias en la mayoría de los componentes involucrados.
Cualquier actualización de software implica un cambio en la forma en que se realizan las tareas en una organización, por lo que ayuda contar con un plan de gestión del cambio que, a través de una comunicación efectiva y capacitación, logre la participación y preparación de los usuarios. Además, es importante establecer un cronograma de implementación que incluya a todas las partes involucradas en el proceso, y después de la implementación, se debe recopilar retroalimentación para dar seguimiento a mejoras futuras.