Impedir las filtraciones de los ciudadanos a las tropas extranjeras y al Gobierno es la razón que ha empujado a los taliban a empujar a las operadoras hacia tan drástica decisión.
«Jugamos con sus normas, ya que no nos gusta que no nos gusta hacer el tonto cuando la vida de la gente está en juego», apunta un directivo de una operadora afgana a The Wall Street Journal.
Los taliban se marcan así un tanto político, como confiesan al Journal las fuentes de la industria consultadas. De este modo, demuestran al Gobierno y a las tropas estadounidenses su poder en zonas tan cruciales como Kandahar.
La industria de las telecomunicaciones afgana está en manos de grandes compañías extranjeras como la surafricana MTN o la sueca TeliaSonera. Además de convertirse en uno de los elementos clave para la población, el móvil también se ha convertido en territorio de batalla.
Los taliban utilizan las infraestructuras teleco y su destrucción o control para demostrar su poder, aunque ellos también son dependientes de la red móvil. En Afganistán, donde prácticamente nada funciona, la línea siempre operativa del móvil se ha convertido en pieza clave de comunicación para militares, insurgentes y civiles.